lunes, 24 de octubre de 2011

Ana Fabricia Córdoba, Memoria de una mujer inolvidable


Por Mesa interbarrial de Desconectados.


Con la muerte de Ana Fabricia, ya son 49 los hombres y las mujeres líderes de desplazados o reclamantes de tierras que han sido asesinados desde marzo de 2002 en Colombia.


El éxodo de personas del campo a la ciudad y luego de un barrio a otro en la misma ciudad en el siglo XX, hizo que se extendiera el perímetro urbano de las principales ciudades de Colombia.
    Para 1993 en Medellín, se conformaban nuevos barrios en la comuna 3 – Manrique, como El Versalles Número Dos, La Cruz, San José la Cima Número Uno, San José la Cima Número Dos y María Cano Carambolas. En el barrio La Cruz se asentaron desplazados de toda Antioquia, principalmente de la zona de Urabá.
Ilustración: Andrés Sánchez López
    Ya en 2001, Medellín se encontraba entre las cinco primeras ciudades receptoras de población desplazada en Colombia, con una cifra de 21 mil 1 despojados, según el Sistema de Información en Derechos Humanos y Desplazamiento CODHES-SISDHES. Gente que para esa época, al igual que hoy, huyen de la confrontación armada en el oriente antioqueño, el occidente, el suroeste, el nordeste y de los departamentos del Urabá, Bajo Cauca, Chocó y la región del Magdalena medio.
    Es así Como Ana Fabricia Córdoba llega a Medellín, desplazada de Churidó, Urabá Antioqueño. Primero se dirigió a la comuna 13 y a causa de la guerra que también se vivía allí, decidió mudarse a la zona nororiental, barrio La Cruz, en el año 2001.
   Su destierro fue causado por el asesinato de nueve miembros de su familia,  entre ellos su esposo y su hijo menor que tan sólo tenía diez años de edad, por parte de los paramilitares del Bloque Bananeros al mando de Ever Velosa García, Alias ‘HH’.
    Después de la tormenta comienza una nueva vida,  ahora en las laderas de La Cruz,  donde monta una tienda y sobrevive con su familia. Como lideresa consciente de su condición de desterrada y víctima del conflicto armado, trabajó arduamente por los derechos de la población desplazada y fundó la organización barrial LATEPAZ (Líderes Adelante por un Tejido Humano de Paz).
    Ella reconocía su historia y se sentía orgullosa de ser una mujer afro. Su tragedia la hacía ser una mujer fuerte, luchadora, con carácter y que siempre irradiaba alegría.
Comenzó a forjar y desarrollar el trabajo comunitario y organizativo de su barrio. Por lo que fue señalada y víctima de un montaje judicial en el año 2004, en el marco de la operación policial Estrella 6, en la que allanaron su casa y agredieron a su familia.
Sin tener nada que ver con los milicianos fue acusada de guerrillera y recluida en la cárcel; dos meses más tarde fue puesta en libertad siendo finalmente absuelta de los cargos.
    Volvió la tragedia a su hogar. Su hijo Carlos Mario Ospina fue asesinado, hecho del que Ana Fabricia culpaba a la policía del barrio La Cruz por las constantes persecuciones y maltratos de los que Carlos Mario había sido objeto, con sus otros dos hijos, también por parte de agentes policiales.
    Denunció constantemente a la Policía de la ciudad por actos de intimidación en su contra. Por lo anterior se veía obligada a dormir en diferentes casas por fuera del barrio, como medida para proteger su vida.
    Ana Fabricia continúo su trabajo comunitario en el barrio, formándose en Derechos Humanos. Ingresó a la Ruta Pacifica de Mujeres, y luego, con varias de ellas conformó el grupo de Mujeres Aventureras Gestoras en Derechos, las cuales se dedican a formar jóvenes en derechos sociales y reproductivos. También pasó a ser parte de la Mesa Interbarrial de Desconectados.
    El 7 de julio de 2010 fue asesinado su hijo Jonatan Arley Ospina Córdoba de 19 años de edad. Cuando ella se dio cuenta de que su muchacho no había amanecido en su casa con su esposa y su hija, fue a buscarlo por el barrio, pensando que se lo habían matado, y así fue, a las 11 de la mañana lo encontraron muerto en el barrio vecino, La Honda.
    Desde ese mismo instante Ana Fabricia denunció a la policía del barrio La Cruz como la responsable del hecho.
    La patrulla de la policía No.301384 del barrio La Cruz lo había interceptado la noche anterior junto con un amigo y se los había llevado supuestamente para la estación de San Blas. A raíz de esto comenzó a realizar denuncias y a pelear por esclarecer los hechos y los responsables de este asesinato, a la vez que era hostigada y amenazada con más insistencia.
    Empezó a sentir cerca su muerte y a decirlo abiertamente a los medios de comunicación, en reuniones y actividades.  Después del incidente de su hijo a esta mujer le cambió la mirada, se veía preocupada, decaída, ya no tenía la misma alegría de siempre.
    El pasado 7 de junio de 2011, en un bus de transporte del barrio Santa Cruz fue asesinada con un tiro en la cabeza., por la espalda y con silenciador. El asesino huyó sin mayor problema en una motocicleta, por una zona en donde el control paramilitar no permite 
asesinatos sin su permiso.
    Murió una gran líder, una luchadora que no tenía pelos en la lengua para decir la verdad, denunciar las injusticias y luchar por su gente. Su espíritu, su sonrisa y entusiasmo permanecerá con nosotros. Su memoria está viva en nuestras acciones.

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