Correr sobre esta Madre Tierra, con la ofrenda del agua y la lucha por su purificación y libertad, es el gran mensaje que traen los indígenas de la Nación Quechua Aymara, Nación Embera, Nación Nasa.
Con los bastones sagrados en sus manos sin parar de sanar sus cuerpos y los lugares por donde pasan, nos invitan al reencuentro con ella y con todos los seres que la habitamos, llegando así a la reactivación de la memoria; a volver a escuchar los latidos de nuestro corazón que de alguna manera, son la voz de nuestros antepasados.
Esta carrera, que salió el 21 de junio desde el Macizo Andino colombiano y que se dirige a Barranquilla y Bogotá, pasando por Medellín, hace parte de las Jornadas de Paz y Dignidad, movimiento Intercontinental de los Pueblos Indígenas y hermanos, que sienten el llamado de un nuevo actuar, que valore las tradiciones espirituales como un medio para volver a crear los sistemas tradicionales de comunicación.

Estas son las palabras de Mauricio Gañan, de la Nación Embera, a la llegada a Bello Oriente y después a la laguna de Mazo: “Esto es un ofrecimiento al dador de la vida, para que haga florecer las semillas de luz en los corazones de todos. Porque, a pesar de todo, sigue habiendo una esperanza, de que la historia se transforme, cambie, para que los niños puedan vivir mejor, más claros, más armonioso de lo que nos ha tocado a nosotros. Los bastones son un instrumento para la unificación de la humanidad, representado en sus cuatro direcciones. Necesitamos liberar el agua de la propiedad privada, limpiarla con nuestros rezos y ofrendas”.

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