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miércoles, 28 de marzo de 2012

Por las vías de La Lora


Por Bibiana Ramírez

Cuando escuché hablar de La Lora por primera vez, imaginé a un hombre jocoso, alegre y aventurero, pues la única indicación que me dio un amigo era que vivía en un carro, en Palos Verdes. Su nombre de pila es Hernán aunque todos lo conocen como La Lora.

En una primera conversación muy corta en el bar Manrique, me dijo que lo podía encontrar a la hora que quisiera por esos lados. Días después, cuando iba a hablar con él, lo encuentro caminando por la 45, en busca de maíz para alimentar las palomas, que cada vez aumentan, ya son más de cien.

La Lora es un amante de la vida, celebra cada momento de su existencia y a
sus 78 años de edad, recuerda cada acontecimiento de su rodar por la tierra.
La Lora ha estado rodeado de carros desde los 18 años. Empezó a manejar una camioneta. Se ríe cuando me dice que la patente (privilegio para conducir) le costó 65 centavos. Pide dos cubos de azúcar para el tinto que disfruta todos los días. “Empecé en Manrique, no había esas trampas de calles, la carretera era doble. Antes la carretera era muy buena, esto de ahora no alcanza a durar 50 años porque es desechable”.

Su padre tenía una finca en Fredonia. Sus hermanos se casaron y algunos se fueron para Estados Unidos. Él fue el único que quiso quedarse en Manrique, su lugar de nacimiento, en una casa grande sobre la 45. Dice que fue la oveja descarrilada de la casa (se ríe a carcajadas). Conducía una escalera, una Chiva de cuatro bancas por Manrique, cuando la carretera era destapada y estaba el tranvía. El paso llegaba hasta donde hoy es el museo Gardel, porque había una quebrada sin puente.

En 1942 conoció a Tulio Arbeláez, dueño de la Cooperativa de Transportes Tulio Arbeláez, el primero en darle trabajo. Empezó manejando una escalera de nueve bancas, que apenas salían al mercado. La cooperativa tenía contrato con Telsa, la industria de textiles que ya desapareció, para recoger a las trabajadoras todos los días y llevarlas hasta la América, donde quedaba la industria. “A las 4 de la mañana arrancábamos desde el teatro, bajamos por aquí recogiendo, luego a Boston y llegábamos a Telsa. Teníamos que estar allá faltando cinco para las cinco de la mañana. Todas mujeres, yo era el único hombre”. Ahí trabajó doce años.

Su espíritu aventurero lo cuestionó y decidió irse para Venezuela, a los cuarenta años, manejando carros grandes. Llegó a Caracas a vender mercancía. Vivió ocho años en esta ciudad, contento y conociendo otro mundo nuevo, el del mercado, los contactos, la parranda. Recuerda que allí vio por primera vez los buses de dos pisos y no veía cableados por los aires, sino en el suelo, cosa que le sorprendía.

Regresó de Caracas directo a Barranquilla. Siguió vendiendo mercancía, pero esta vez de contrabando. Compró un carro para salir de fiesta, ganaba buen dinero y no le faltaba nada. Sin embargo, no era capaz de quedarse en un sólo lugar tanto tiempo, en Barranquilla llevaba seis años y decidió irse a Valledupar. El carro lo dejó para que la intemperie hiciera con él lo que quisiera, “lo dejé podrir por allá”.

Pasó a Panamá, la ciudad que más le gustó “por el viento y el mar tan bonito que había”. Se quedó allí ocho meses. La Lora reconoce que ha sido muy andariego y muy “loco, por eso es que no tengo plata”. En todas las ciudades dejaba novias. Nunca fue a la escuela. Aprendió a leer y a escribir en la calle “mi escuela era la vida y mi maestra fue una pizarra que cogí por diez días”.
Regresó a Manrique para quedarse. Manejaba buses hacia Turbo. Conoció a una mujer con la que vivió 35 años y tuvo hijos. Ella después se fue para Estados Unidos, “le picó ese sueño americano”. La lora, muy decidido, le dijo que si se iba, que no volviera. Ella vendió la casa y se fue. Él quedó solo.

Después de estar viajando por las carreteras, pasó a un taxi en la ciudad, volvió a sus inicios, rodar por la ciudad que lo vio crecer. Llegó el momento en que se cansó de manejar y se dedicó a cuidar carros en un parqueadero, en Palos Verdes, donde está su casa. Todos los días ganaba entre treinta y cuarenta mil pesos, suficiente para pagar un arriendo y alimentarse.

Con la llegada de Metroplús, cerraron el parqueadero, porque está al frente de la 45. Se fue quedando sin con qué pagar el arriendo y tuvo que habitar en uno de los carros abandonados, que nadie reclamó. Hace ya un año se trasladó a vivir allí.


Es un carro rojo, con unas tablas que puso entre la banca de adelante y la de atrás y encima una colchoneta. Támbien un fogón de gas donde cocina sus sancochos y sus fríjoles. Le gusta el tango y tiene muchos casetes pero la grabadora está dañada para escucharlos. No le falta la imagen del señor de la misericordia y una mujer en un afiche en vestido de baño.

Todos los días camina, en la mañana, a las cinco, lo hace solo, va hasta la Terminal del Norte. En la tarde, a las seis, sale con un amigo, entra a la iglesia, le reza al señor de la misericordia, su mejor aliado, su amigo lo espera y se van a conversar, luego llega al bar Manrique, juega billar y se acuesta a las once o doce de la noche. El transporte que más aprecia son sus pies, porque no se acaban sino cuando llega la muerte.

Otros textos y fotografías de la autora en:
ventanadesnuda.blogspot.com



 

jueves, 2 de febrero de 2012

La tertulia de la vida

Tinto,  poema y canción, una tertulia que ha reunido a mujeres del barrio San José La Cima Nº 1 en torno al arte, a los recuerdos y con la esperanza de una vida más clara y sana.
 
Grupo tertuliano
Por: Bibiana Ramírez

Cuando estoy llegando a San José La Cima Nº 1, al lado de un cactus y en un segundo piso, se escuchan las voces de unas señoras que conversan. Voy para la tertulia un tinto, un poema y una canción. Cuando entro veo a Blanca Barrera quien les está contando algo. Hay un grupo de unas treinta señoras que escuchan atentamente, se ríen y aportan a la conversación. Están discutiendo “algunas palabras que los jóvenes de ahora no conocen y menos el significado, palabras que hacían parte del parlache de la época, unos 40 años atrás”, dicen ellas. Definen lo que es la palabra gulunguear. Blanca me explica que “es proveniente del pájaro llamado gulungo de plumas negras, con patas y pico amarillo, éste hace un nido que cuelga y se mece. Lo mismo hacían con la carne en los viejos tiempos, la colgaban de unos palos y la mecían para que se secara más rápido, a esto le decían gulunguear”.
Todas me saludaron con mucho entusiasmo. Algunas me observaban fijamente como si tuvieran algo para contar o les generara confianza, porque apenas cruzábamos las miradas, había una sonrisa de complicidad. En un salón pequeño se reúnen, todos los lunes a las cuatro de la tarde, 38 mujeres. Es la casa de Blanca, la que las recibe en torno a la tertulia. En el salón hay objetos antiguos de toda clase, porque a Blanca le gusta coleccionarlos, esto le da un ambiente de pueblo antioqueño, igual que el nombre de la tertulia.
 
Blanca Barrera
Todo empezó un cinco de enero de 2008. Blanca, que es una líder comunitaria, presidenta de Asocomunal, y maestra de oficio, se encontró en esos días con tres mujeres que estaban en la esquina de su cuadra conversando. Le hicieron saber que no tenían más que hacer sino “chismosiar”. Sus vidas se tornaban tediosas y en su mayoría, tristes. Lo que hizo Blanca fue invitarlas para su casa y allí iniciar una tertulia. A los ocho días llegaron cuatro. Después fue aumentando el número hasta hoy que ya no da el espacio para más.
Blanca recuerda que “al principio fueron dos meses de monólogos. Yo hablaba y hablaba y ellas asentían con la cabeza y ni una palabra. Luego empezamos a contarnos nuestros recuerdos de infancia, de adolescencia y eso fue como revivir.”
Hicimos una entrevista grupal. Lo primero que les pregunté es qué hacen ellas reunidas allí. Todas querían hablar y cada una aportó, muy elocuentemente, una frase a la respuesta. “Nos sentamos a conversar, a bailar, hacemos teatro, tenemos un grupo de danza. Aquí conversamos de todo lo que nos conmueve. Blanca nos da unas conferencias hermosas de los temas que nosotros no hemos tenido casi acercamiento como la sexualidad, el lenguaje y de otros que sí lo hemos tenido pero de manera distinta como la biblia, la amistad, los recuerdos. Aquí hacemos amigas. Tomamos algos muy variados y sabrosos. Nos contamos nuestras penas. También jugamos bingo, hacemos paseos, fiestas y nos tomamos los aguardienticos”.
A la tertulia llegan señoras mayores de 50 años, y no les gusta que les digan que son de la tercera edad, por que se sienten muy jóvenes y con bastante energía. Y también están abiertas a recibir al que quiera ir, inclusive hombres. Hoy fue una niña a compartir y una joven, que según la tía, no salía de casa y se quedaba durmiendo, viendo novelas, con una vida muy aburrida, “y desde que la invité, la cara le ha cambiado”.
La siguiente pregunta y tal vez la más trascendental porque despertó los ánimos de todas fue: ¿cómo les ha cambiado la vida después de la tertulia? Es como si hubieran estado esperándola desde hace mucho tiempo. De ahí salieron muchas voces, fue un collage de sentimiento, de bella energía por ese encuentro. Todas estuvieron de acuerdo en que algo cambió y con mucho valor positivo para sus vidas. La risa es la muestra de esa transformación que dieron a sus espíritus.
 
Dioselina
 “Yo cuando llegué creía que no tenía nada para aportar. Creía que mi voz era fea y se iban a burlar. Pero luego fue que hablé y me di cuenta que la vida me había regalado muchas historias y que a mis compañeras les interesaba, porque también ellas tenían las suyas. Aquí hubo un recibimiento de hermandad, como en una nueva familia. Yo era una zurumbática, y me daba pena de todo”.
 
Luz Elena
 “Es como volver a nacer. Apenas estoy empezando a vivir. Cuando éramos jóvenes, los padres nos mantenían encerradas, las mamás eran celosas y no permitían que saliéramos con nadie. Los papás nos mantenían con pena, ni los podíamos mirar a los ojos. Luego nos casamos y nos tocó entregar la vida a los esposos, ahí siguió el encierro. Entonces venir aquí es encontrarse con algo nuevo. Uno al principio llega con pena por esa represión de toda la vida. Pero luego todo va cambiando, va uno despertando. Y encontrarse con Blanca, que es una madre para nosotros, es un regalo”.

Nela
 “Yo sí llegué loca, desde joven no me daba pena de nada, era sonriente alegre, bailarina. Me casé, pero seguí igual de alegre. Y ahora que tengo75 años me siento más joven. Yo soy la que las hago reír, cuento chistes, canto tangos, hago teatro y ellas bailan”.

Rosa
“Yo antes no había tenido ni una amiga y ahora son muchas y las quiero bastante, porque hay sinceridad en ellas”.
Blanca siente que ha ayudado a transformar un poco la sociedad y ha aportado a la felicidad de muchas familias en Manrique, sin pensarlo, pero con intención, al reunir estas mujeres. Al escucharlas hablar, su corazón se estremece y se llena de alegría. “Lo más bello de todo es que desde que empezamos, hasta ahora, el rostro les ha cambiado tremendamente, han pasado de tener mala cara, el ceño fruncido, a sonreír y estar despejadas. La idea es sacar ese doble que llevamos por dentro”.

 
¡Canción tertuliana!
 

Nela Gómez

Aquí en esta tertulia
venimos a escuchar
un poema y una canción
y un tinto para empezar

El tinto que nos ofrecen
eiene una gota de amor
y otra gota de cariño
y nos encima el corazón

Disfrutemos todo esto
 con todo el corazón
porque el trato que nos dan
es amor y más amor

Cuando voy a la tertulia
a tomar tinto o café
pensé que no me querían
y una madre me encontré

Dios bendiga a la tertulia
y a los que ayudan también
a escuchar al que llega
y a saberlo comprender

Escuchemos pues muchachas
y sepamos comprender
a la profe que un día
nos dio amor sin interés

Ya con esta me despido
de doña Blanca también
que es la dueña de la tertulia
Lo mejor que pudo hacer

Y con esta me despido
lo hago por segunda vez
dándole honor al nombre
tinto poema y canción

Por: Nela Gómez

Texto publicado en la edición 7, especial literario

domingo, 18 de diciembre de 2011

PEQUEÑOS GRANDES

Fotografía: Bibiana Ramírez

Por Estefania Bedoya Moreno
      Joni Alexander Restrepo



Entre lo alto y lo bajo, lo artificioso y lo natural, resuena un tambor, al mismo tiempo que resuena un motor, llevando en marcha las llantas que giran y ayudan a las personas de los carros a seguir girando también el círculo de sus vidas.
Así, mientras la vida del mundo va girando en torno al sol de principio a fin, el hombre no deja de girar también entorno a su corazón, a su propio sol impulsador de palabras, sentimientos o pensamientos, gestor de relaciones y juegos.
Los niños son la alegría de nuestra casa, de la calle, en todas partes viven su mundo lleno de fantasías y colores, su gran realidad es lo que muchos denominamos como juego, tienen la posibilidad de crecer literalmente no solo con su alimento, sino con su imaginación y creación, con las sonrisas que salen de su corazón y su estómago, ya sea  en el momento de tirarse de un lisadero o de perseguir a otro niño después de haber chutado el tarro (del juego chuta-tarro).
Los niños quieren y pueden; Vanessa Arango de 11 años quería aprender a tocar guitarra y tambor, lo cual la motivó a participar desde el 2009 en los talleres de música que se vienen realizando en los alrededores del parque el Raizal. Así como Vanessa también hay otros niños inspirados en tocar música. Expresan lo que anhelan, como todo niño: - yo quiero ser artista de Rock, de Hip-Hop y reggaetón (Omar Moreno) Yo quiero ser guitarrista (Sebatián) Y yo quiero ser actriz (Vanessa) Yo quiero ser soldado, pero de pronto me arrepienta (Johan Moreno)
Fotografía: Bibiana Ramírez
Cada uno dentro de sus estudios y juegos, tomados muy en serio, es lo que el desarrollo de sus acciones reflejan, en este caso Vanessa y Omar interpretando su guitarra se sienten profesionales, lo que permite proyectarse como tales en el transcurso de sus años, construyen su realidad en base a lo que viven y ven, en lo que directamente respiran y experimentan.
Pueden ellos con más facilidad que los adultos comunes liberar su esencia, pueden con mayor facilidad contar un evento que les haya ocurrido sin prejuicio de la importancia o no de tal evento, para ellos es importante saber manipular el trompo y mostrar las nuevas paradas a los amiguitos de la escuela, quienes impresionados sus trompos para mancomunarse, para unirse y vivenciar el significado de ser niños: “jugar, compartir, ser tolerante, respetuosa” como afirma Vanessa Arango.
Inyectan los parques con su presencia, “nos alisamos, nos a columpiamos, montamos en mataculín, hay veces tocamos música allá en el parque”. John Edison de 12, Cristian Santiago de 9, y Cindy Tatiana de 11 años de edad van todos los días a jugar en los parques. Saben del cuidado de las plantas y de todo el medio ambiente. Ese encuentro es el momento propicio para enterarse de los valores que los rodean. Allí es el tiempo de compartir, de cuidar al otro, de jugar.


Fotografía: Bibiana Ramírez

jueves, 24 de noviembre de 2011

Ya está en circulación la edición 4



La cuarta edición de Tinta Tres tiene como tema central Hábitat y medio ambiente. Una perspectiva de la relación hombre-naturaleza desde la comuna y a la vez desde todo el cosmos. Es una búsqueda de conciencia con el ambiente. Generar dudas y propuestas frente a cómo nos relacionamos con la madre tierra, qué piruetas hacemos para intervenir en ella y qué políticas, desde el gobierno, se establecen para una mayor seguridad y convivencia. También es un tema para preguntarnos, en la intimidad, ¿qué hago yo por el medio ambiente?
El medio ambiente como derecho humano, tanto individual como colectivo.

La foto de portada fue elegida en un concurso por este medio, donde se presentaron 8 propuestas y los lectores del blog coincidieron con esta al al argumentar que acertó más al tema de la edición.  El caballo cómo símbolo del trabajar constante de los campesinos. De fondo, los barrios, habla de esa realidad que es medellín, y que es un habitat ocupado sobre todo por personas que llegaron por los caminos hechos por los caballos. Los argumentos estuvieron claros y nutridos.

Esta es la descripción que nos manda la autora, Bibiana Ramírez, sobre la imagen.

Es la representación del equilibrio que hay entre la naturaleza y el hombre, a pesar que este último quiera pasar por encima de ella. Nos muestra como el caballo ha sido el compañero del hombre durante la historia y cuanta tranquilidad aporta este ser que ha sido usado para tantos fines como guerras, deportes, transporte. El barrio de fondo que muestra esa realidad de Medellín tan apeñuscada, donde cada vecino respira en el cuello del otro y así conviven. Unos arriba pastando, ayudando en la búsqueda de ese equilibrio con los de abajo y así componiendo la armonía natural del hombre y la naturaleza.

sábado, 5 de noviembre de 2011

A ver pues la olla


Literatura agria.

Sector de asentamiento de inmigrantes internos – La Honda – Zona nororiental.
Por: Jhon Edison Garzón

Hace un momento la rata esperaba comer algo, igual yo.

Pipe se chuzó con una astilla de la tabla del suelo de su casa y la mamá no ha tenido con qué llevarlo al médico. La seño estuvo llorando un rato en mi casa y le dijo a mi mamá que estaba desesperada por que tampoco tenía medicina pa doña Flor, la abuelita de Pipe, y que esa tos nada que se le quitaba. Sandra, mi hermana, dice que eso es por todo el agua sucia que pasa por debajo de la casa y como a cada rato empieza a oler tan maluco… Por allá esta en el colegio con un montón de gente.

“Que hambre…” mi mamá dijo que iba a conseguir para el almuerzo pero Marcelita, mi hermana menor, no ha dejado de llorar, ¡es mas cansona!, eso llora por todo y ahora no se pa dónde se fue mi mamá con ella. No tengo ni ganas de hacer la tarea, mas bien mañana le digo a Juan que me la preste, aunque ni se si vaya mañana por allá; ¡que pereza ir a la escuela! Sandra me dice que tengo que seguir estudiando, pero no se pa qué. Ganas tengo de irme a jugar malabares con Pedro y Luis en el semáforo, ya mantienen hasta para jugar un rato maquinitas y haber si compramos leche para Marce, eso debe ser que también tiene hambre.

Luis empezó a jugar malabares por que al papá lo mataron, yo como hace años que no veo a mi papá, ya ni me acuerdo casi de la cara de él, pero si lo veo se quien es. Sandra dice que mejor que se fue por que le pegaba mucho a mi mamá;

-          Andrés valla rápido a la casa por una olla, pero rápido pues…!!!
-          (…)
-          Mita que le mande una olla a Sandra…
-          Sandra y pa que la fila?
-          Venga quédese aquí con migo para que almorcemos.

“¡Ooe,  ya todos los niños del encuentro almorzaron, entonces los demás que esperen terminamos con los adultos…”

-          ¿Qué dijo?
-          Ya tocó esperar haber si queda…
-         
-          Por favor me echa aquí para cuatro…
-          ¿Cuáles cuatro?
-          Es que mi mamá esta allí con mis hermanos y mi abuela…
-          Dígales que vengan a hacer la fila, ¿el niño esta con usted?
-          Pues sí, y es que mi abuela no puede subir…
-          (¿???)




Ilustración Bibiana Ramírez
-          …  A ver pues la olla.




martes, 25 de octubre de 2011

Memorias Festival por la Vida y la Paz en Bello Oriente

“HACER ES LA MEJOR MANERA DE DECIR” 
                                                José Martí





El festival nace en el año 2003 como una propuesta de convivencia y encuentro comunitario, como espacio popular de expresión y proyección artística. Desde entonces ha sido una fiesta que reúne a la comunidad en torno a la música, la poesía, el baile, la cuentería, la chirimía, el teatro y el folklore urbano.

El goce, el encuentro y el compartir fraterno se han convertido en una muestra de la diversidad y la convivencia intergeneracional y multiétnica que identifica nuestras comunidades. El ritmo de las músicas y las expresiones artísticas como el rock, el rap, el hip-hop, la música popular, la cumbia, el porro, el teatro, la danza, confluyen en diversos escenarios de la geografía barrial, donde la comunidad ritualiza sus deseos y esperanzas de otro mundo posible.

Los estudiantes, los obreros, los niños, los campesinos, los desplazados, los habitantes del barrio y otros barrios vecinos son los anfitriones de esta fiesta carnaval, abierta y convocante, que ha contado con la participación de varios artistas del barrio y del resto de la ciudad. Han sido muchas las personas y colectivos que de manera voluntaria nos han acompañado en esta celebración anual.

Aquí les dejamos las memorias, que aunque ya ha pasado tiempo de haberse realizado, todavía está vigente en la memoria de toda la comunidad.


viernes, 21 de octubre de 2011

Una ofrenda por el Agua

Por Bibiana Ramírez

Correr sobre esta Madre Tierra,  con la ofrenda del agua y la lucha por su purificación y libertad, es el gran mensaje que traen los indígenas de la Nación Quechua Aymara, Nación Embera, Nación Nasa.
Con los bastones sagrados en sus manos sin parar de sanar  sus cuerpos y los lugares por donde pasan, nos invitan al reencuentro con ella y con todos los seres que la habitamos, llegando así a la reactivación de la memoria; a volver a escuchar los latidos de nuestro corazón que de alguna manera, son la voz de nuestros antepasados.
Esta carrera, que salió el 21 de junio desde el Macizo Andino colombiano y que se dirige a Barranquilla y Bogotá, pasando por Medellín, hace parte de las Jornadas de Paz y Dignidad,  movimiento Intercontinental de los Pueblos Indígenas y hermanos,  que sienten el llamado de un nuevo actuar, que valore las tradiciones espirituales como un medio para volver a crear los sistemas tradicionales de comunicación.
Se trata de una labor espiritual y de resistencia, actos de unidad de los pueblos indígenas que se iniciaron en 1992, cuando se cumplieron 500 años del descubrimiento de América. Fue una manera de parar el llanto y los lamentos por lo perdido durante la colonización, para empeñarse en rescatar lo que se salvó de la destrucción. Fue también una respuesta a la profecía centroamericana que dice que un día el águila y el cóndor, que representan a los pueblos del norte y del sur, volverán a volar juntos.
Estas son las palabras de Mauricio Gañan, de la Nación Embera, a la llegada a Bello Oriente y después a la laguna de Mazo: “Esto es un ofrecimiento al dador de la vida, para que haga florecer las semillas de luz en los corazones de todos. Porque, a pesar de todo, sigue habiendo una esperanza, de que la historia se transforme, cambie, para que los niños puedan vivir mejor, más claros, más armonioso de lo que nos ha tocado a nosotros. Los bastones son un instrumento para la unificación de la humanidad, representado en sus cuatro direcciones. Necesitamos liberar el agua de la propiedad privada, limpiarla con nuestros rezos y ofrendas”.


La ceremonia es una acción no violenta que honra especialmente al agua como fuente espiritual y física de la vida. La invitación es al nuevo despertar de la conciencia, que haya armonía y equilibrio en el sentir y el pensar. En el círculo, todos somos uno y todos portamos los bastones del poder espiritual, que representan la sabiduría de los tiempos, la columna vertebral de los pueblos y el proceso de consciencia individual y colectivo. Hay una esperanza de cambio que se vislumbra en la humanidad y es el histórico momento de trascendencia. Todos los seres son llamados a ser portadores de la renovación, los que transformarán el mundo, retomando su identidad, su tradición ancestral, su cosmovisión.
 

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