miércoles, 2 de noviembre de 2011

Pensar sobre “Sentir que es un soplo la vida, que cien años no es nada” cuando el sol deja sus últimas pinceladas en un cielo


Por Leider Restrepo

Fotografía Nelson Ricardo Otero

Y pensar que el cansancio del día es hermoso, que no le importa si quien lo mira es un criminal o un turista, extranjero, mal viajero, ya que no disfruta de la tierra sino del espacio creado para él.

Y pensar, y saber además que a pesar de los horrores de esta tierra no hay nada que detenga su infinita soledad y su infinita sensatez. Yo por ejemplo, no siento nada más sensato que un cielo así cuando el sol se precipita para alumbrar otro día en otra tierra y da paso al astro gris que llamamos luna desde tiempos milenarios.
 
Ese es el ocaso del día. Su eterna manera de morir a cada rato es para nosotros toda una aventura. Es toda una experiencia de llenura en la satisfacción de la vida y a pesar de todo lo que somos no habrá quien escape de sentirse complacido por el final de un día así, por más que quiera ignorar que la belleza no reclama nada a nadie y que no mira a quien para mostrarse desnuda y sincera.  Y saber que este pequeño ocaso de La Mesa en Santander, Colombia supera a la luz en la ciudad y los “fastuosos” centros comerciales que tanto añoran los hombres de poco mundo.

Si uno pudiera sumergirse en el mar del país-mundo sin mentiras, en ese que se presenta sin importar quien lo contempla, en ese que no esconde nada y siempre está… reiría de otra manera, y como en éste pequeño atardecer, respiraría hasta el alma.



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